El submundo político del Gran Buenos Aires: por qué no puede hacer pie JxC
Una recorrida por el Gran Buenos Aires permite comprender las razones de la hegemonía de los Barones del Conurbano. Un territorio hostil para aquellos que no son peronistas y desconocen la sociología de los habitantes del segundo y tercer cordón. La plata negra y el manejo del territorio.
“Nosotros no somos los únicos ladris, la diferencia es que la guita la ponemos en la política, le pagamos bien a los punteros y sabemos comprar a los concejales de ellos”, dice con descarnada sinceridad un puntero del PJ del Conurbano. “Te ganamos a billetazos, si hay que ponerla no tenemos problema porque nos interesa mantener el poder”, confiesa un allegado a uno de los intendentes del segundo cordón.
Estas reflexiones descarnadas reflejan la cara oculta de la política del Gran Buenos Aires profundo, territorios impenetrables para aquel que no tenga ese ADN del peronismo, pariente cercano del conservadurismo del primer puntero de Avellaneda, Alberto Barceló. Claro que el emblemático dirigente y jefe de “Ruggerito” hacía obras, y su peor pecado era colaborar con el “fraude patriótico” del gobernador Manuel Fresco.
En la recorrida de MDZ por el GBA se pudo percibir la falta de presencia territorial de Juntos por el Cambio y una dispersión de esfuerzos en virtud de la interna del PRO.
La pelea en ese espacio político se nota en los barrios y en los asentamientos. “Nos conduce gente que vive en Capital y que no entienden cómo funciona la política acá”, se queja un referente de base del PRO de la zona oeste. “Nos pasan dos mangos para mantener a la gente y enfrentar a todo el aparato del intendente”, se queja en absoluto off the record.
Los conocedores del Conurbano aseguran que para preservar el poder “no hay que ser amarretes”. La política compite en algunos casos con el narcomenudeo: “Es una pelea desigual que tenemos que ganar nosotros, caso contrario nos convertimos en Rosario”, dice un puntero de La Cámpora. Los operadores de los intendentes tienen todo tarifado. “Hay que pagarle al puntero, a los pibes que te informan qué pasa en la calle y sobre todo a los concejales de Juntos por el Cambio”, comentan. “Si no la ponemos estamos en el horno”, agregan.
“El problema del PRO es que ellos no la ponían ni siquiera cuando manejaban la provincia de Buenos Aires”, reflexiona un intendente del sur. “Los tenían muertos de hambre a sus concejales, nosotros los arreglamos con un sándwich y una Coca”, agrega. “Sin pedirles mucho, solo que no se opongan a ordenanzas en el Concejo Deliberante, a veces para disimular tenemos que pedirles que no nos elogien”, agrega con desfachatez.
La síntesis de lo escuchado en el submundo del GBA no solo tiene que ver “con qué billetera mata galán”, sino además con una reflexión poco comentada. “Ellos, con el triunfo de María Eugenia Vidal en 2015, se confundieron, pensaron que esto era fácil pero fue producto de una situación irrepetible con Aníbal Fernández como nuestro candidato”, reflexiona un funcionario municipal del PJ. “Nunca le compramos más concejales que durante la gestión de Vidal, pese a la caja que se maneja históricamente en La Plata”, agrega.
Ahora ruegan para que no haya internas abajo en JxC. Ellos quieren heridos para pasar con la billetera. “Al que dejan en la estacada lo contenemos nombrándole a su banda en la nómina municipal y listo, no jode más”, confiesa con pragmatismo un vocero del sistema de recaudación de los Barones del GBA. “El otro día me paso con un puntero que responde a un referente de ellos, le pregunté cuanto le daban por mes y me dijo 20 lucas, yo a un puntero mío le pago el doble, así que rápidamente nos pusimos de acuerdo”, se sincero.
Del otro lado de la grieta admiten algunos que para penetrar en el segundo y tercer cordón solo se puede con contención de la tropa y recambio de personal. “Acá hay muchos vivos que solo les interesa seguir en JxC para ser oposición y hacer negocios con los intendentes de turno, no les interesa ganar”, dice la mano derecha de un intendente del PRO.
Siempre se dice que los intendentes son el primer mostrador de la política que atiende al público. La mayoría de ellos invierten mucho dinero en “orejas” que le cuentan qué pasa en la calle, que dice de la gente de ellos y de los gobiernos nacionales y provinciales, donde hay más delitos o se vende paco. Pocos son transparentes y muchos no pueden justificar sus patrimonios. Pero no es fácil ganarles. “Muchas veces para derrotarlos hay que comerse al caníbal, utilizar sus mismos métodos”, explica un legislador provincia del sur. Pocas veces se da una épica como la de Diego Valenzuela en Tres de Febrero que le ganó con armas legítimas a un Barón histórico como Hugo Curto. “Esa derrota encendió alarmas en el resto de los intendentes del PJ para no cometer los mismos errores”, dice un ex intendente. Pero como suele decir Sergio Massa, ex alcalde Tigre, “los muchachos para mantener el poder construyen una fortaleza tan alta que después no pueden salir y crecer políticamente”.
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