Banderas de Ucrania, portazo del PRO y trifulcas en pleno discurso: las perlitas de la Asamblea Legislativa
El contexto en el que se dio la Asamblea Legislativa no invitaba justamente a la serenidad y la concordia. La guerra en Ucrania que enardeció a la oposición por la postura cautelosa del Gobierno a la hora de caracterizar el conflicto, y las diferencias en torno a la responsabilidad sobre la deuda del Estado argentino con el Fondo Monetario Internacional eran el combustible que crispaba los ánimos y solo bastaba una chispa para detonar el fuego cruzado.
Juntos por el Cambio no se anduvo con chiquitas y arrancó el juego apostando fuerte: decoró cada una de sus cientos de bancas con banderas de Ucrania, recordándole al Gobierno la tibieza en su condena a la invasión rusa.
Solamente los cuatro diputados de Encuentro Federal que encabezan Emilio Monzó y Margarita Stolbizer desoyeron la consigna dirigida a marcarle cancha al Gobierno de entrada.
El recinto habría lucido completo si no hubiera sido por las ausencias de los ministros Wado de Pedro, Santiago Cafiero y Aníbal Fernández (los tres excusados por estar participando en viajes oficiales en el exterior) y también Máximo Kirchner, cuyo faltazo fue muy comentado en las charlas de pasillo del Palacio, y provocó todo tipo de rumores.
Los cuatro legisladores del Frente de Izquierda vistieron sus bancas con escenografía a todo trapo y color. Carteles rojos con la consigna «No al Pacto con el FMI», «No a la guerra» y «Ley de Humedales ya» fueron parte del repertorio.
Cuando Alberto Fernández arrancó su discurso, el jefe del bloque de diputados de la UCR, Mario Negri, con cara de pocos amigos, amagó con tomar la palabra pero Alberto Fernández no le dio tiempo y desactivó la jugada pidiendo lo que iba a solicitar el cordobés con el único propósito de incomodar al Gobierno: un minuto de silencio por los muertos en la guerra.
Sin dudas, el tema de la deuda con el FMI fue la tecla que desencadenó el combate abierto entre los bandos. El PRO tenía preparada una movida no bien Alberto Fernández mencionara a Mauricio Macri como responsable de la deuda que el ex presidente de Cambiemos contrajo con el FMI en 2018. Y así sucedió.
La punta de lanza de la misión especial fueron los macristas Fernando Iglesias y Waldo Wolff, quienes se levantaron de sus bancas y salieron al cruce del presidente a los gritos, denunciando las falsedades de su «relato» y acribillando con chicanas y ofensas a las senadoras kirchnerismo que ocupaban bancas cerca del estrado donde se encontraban Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
«No quedó nada del dinero recibido, solo una deuda impagable», bramó Fernández, entre aplausos oficialistas y abucheos opositores.
Iglesias no paró un segundo de discutir en un tono elevado, y la senadora fueguina María Eugenia Duré intentó silenciarlo para que Alberto Fernández pudiera proseguir su discurso.
Pero la situación no amainó y encima se sumó a la reyerta Wolff, en un remolino de discusiones con Duré, la chaqueña María Inés Pilatti Vergara, la puntana María Eugenia Catalfamo y un poco más de lejos la rionegrina Silvina García Larraburu.
La pelea contagió a varios radicales, quienes desde varias filas más atrás trataron de «mentiroso» a Alberto Fernández cuando el presidente seguía desarrollando su visión sobre la deuda con el FMI.
El bonaerense Miguel Bazze estaba desencajado, pero más llamó la atención el ánimo belicoso del senador Alfredo Cornejo, que fue uno de los que le gritó «mentiroso» a Fernández.
El jefe de Estado no quiso que el episodio pasara de largo y le contestó: «Yo no miento, Alfredo, vos me conocés». El radical mendocino escuchó la referencia directa del presidente y se llamó a silencio.
La trifulca verbal entre diputados macristas y senadoras oficialistas arreciaba, y el clímax de ese momento de furia fue cuando la kirchnerista Juliana Di Tullio gritó con voz marcial: «¡Callate la boca, Iglesias!», quien a esa altura se había convertido en un francotirador de vituperios.
Luego de eso, Iglesias y Wolff se dieron vuelta para buscar la mirada cómplice del jefe de bloque del PRO, Cristian Ritondo, para que éste -con un solo gesto de ojos- pusiera en marcha el operativo.
Al unísono, todos y cada uno de los legisladores del PRO se levantaron de sus bancas y se retiraron del recinto. Mientras daba pasos en dirección a la salida, Iglesias seguía lanzando afrentas.
«¡Llamen a Máximo, caraduras!», fue uno de las últimas granadas que alcanzó a arrojar antes de salir de la escena.
Di Tullio se tomó como una victoria la retirada de Iglesias y del resto del PRO. «Chau Iglesias», chicaneó, acompañado de un gesto con la mano indicando el camino de salida. También juntó las manos en su boca y las extendió como dando «besos» en señal de despedida.
Con el PRO afuera del recinto, ya transcurrido el momento de máxima tensión, la Asamblea recuperó algo de tranquilidad y Alberto Fernández pudo cerrar su mensaje en un clima más parecido a la normalidad.
Fuente: NA.
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